A Julia Beltrán
A LA VERA
DEL BADIEL
Almadrones, Argecilla y
Valfermoso.
El quejigo, el pomar y la
noguera;
cientos de colores
sobre la ladera,
escoltando nuestro paso
presuroso.
Bajo el rencor de un
cielo caprichoso,
y el ínfimo Badiel a
nuestra vera,
acabamos la aventura
caminera,
en un lugar doliente y
silencioso.
Antes de llegar a los
yantares,
Utande nos mostró su
caserío,
bajo el sutil llorar de
sus alares.
Y aún tuvimos tesón y
poderío,
para, por sendas de
fragantes tomillares,
levitar en el cantil de
Miralrío.
IV. XVI
11.2012
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