jueves, 24 de octubre de 2013

PEÑALARA Y LOS CLAVELES; LA VICTORIA

Estuve varios meses esperando mi oportunidad. Después de la derrota en Los Claveles, ni un solo día dejé de pensar en aquella jornada de viento que me impidió el paso por la mítica cima.

En un día frío como pocos, pero claro y transparente, me propuse superar el descontento producido por aquel inclemente día del mes de julio. Tras superar el vértigo del estrecho paso, cuando llegué a la Laguna de los Pájaros, al levantar la mirada hacia el estilizado pico, sentí la laxitud que produce la satisfacción del compromiso cumplido. Fue tal la sensación, que, aunque la laguna era un bloque de hielo por cuya superficie se podía caminar, no sentí el intenso frío. Calíope, misericordiosa, volvió a ayudarme a extractar la alegría de aquella victoria.       


Regresé con las fuerzas renovadas              
para hollar tus carcomidas lomas;
para robar del piorno los aromas,
sin ayuda de dioses ni de hadas.

Remonté por las trochas desgastadas,
que a poniente van por peñas romas,
a saber la razón por la que asomas
tus fieros riscos sobre las pinadas.

Evocando la primera desventura
logré, por fin, subir a los altares,
ahíto de paciencia y de pavura.

Me sentí el monarca de esos lares,
superando el temido mal de altura,
y domando los agudos cuchillares.

DOR                                                                           

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